domingo, 25 de julio de 2010

Deseo

Vuelvo a corroborar lo malo que es siempre tener expectativas. El cansancio hizo mella anoche en mi cuerpo treintañero. Por mucho que quise disimularlo, fue imposible finalmente reconocer que lo único que me apetecía era dormir ocho horas continuadas sin interrupciones de ningún tipo. Hoy al fin lo he conseguido. El resultado: necesito dormir otras ocho. Estoy cerca de poder llevarlo a cabo, mucho más cuando queda una única semana para el inicio de las vacaciones. Hasta entonces, un último esfuerzo, el sprint final, la llegada a meta, una meta que al menos se vislumbra. Y eso no se si tranquiliza o, por el contrario, estresa. Quiero pensar que en cualquier caso la puerta de la ansiedad y el desengaño de estos meses pasados quedará cerrada a cal y canto. Después, solo espero la apertura de una pequeña ventana madura, constante, coherente y leal. Una ventana a la que acudir cuando en lo que queda de año vuelva a hacer acto de presencia la ansiedad, en la que poder asomarme y me traslade a la calma y seguridad ante los infortunios, sin que eso signifique aburrimiento o mediocridad. Una ventana dispuesta a todo, incluso a que algún día pudiera ser cerrada y por eso en lucha sin cuartel por la persecución de lo contrario.
Es solo un deseo, que plasmo, por si algún día el ángel de mi guarda resulta que también es seguidor de este modesto blog.

sábado, 24 de julio de 2010

Expectante

El martes pasado mi primita me dio una muy buena noticia: le han admitido en la facultad en la que cursé cinco años mi carrera universitaria para acabar convertida en algo así como a lo que yo me dedico. Toda una gran satisfacción para su prima mayor. La semana siguió siendo interesante ya que había que celebrar por todo lo alto que Saturno por fin se iba... Lo celebramos el jueves, en la Latina.
Y anoche también hubo party. Me encanta el verano. Quisimos innovar y acabamos en Chueca, nada menos que en un lugar de lo más tópico de los años 90. A mi casi no me sorprendió que la música fuera genial y que en el lugar se respirara como oxígeno buen rollo a raudales. Anoche comencé a notar el abandono soñado de Saturno...
Hoy es sábado y el plan es de lo más tentador. Hace meses que no vamos al lugar al que solemos ir para celebrar mi cumple. No se si es buena señal pero estoy... expectante!

domingo, 18 de julio de 2010

Egoísmo

Dos años habían separado una fiesta de otra. El tiempo suficiente como para que las sensaciones en el mismo lugar y con la misma gente cambien para bien. Esta vez, la integración fue total, y no solo me refiero a la social sino también a la de con el alcohol. Me suele suceder en muy pocas ocasiones, pero ayer el exceso de Brugal me llevó a soltar el veneno del que tanto tiempo hacía que no hablaba en este blog. La noche terminó envenenada por el propio egoísmo que tiñe círculos amistosos y que solo vemos cuando nos afecta frontalmente. Y todo porque dejamos que los trapos se ensucien demasiado y claro, luego se deciden lavar en el peor momento, tan peor como una noche en el que el alcohol no ha dejado ni una neurona pacífica en su sitio. Entonces, es el preciso instante en el que el leve roce de una palabra, supone la gota que colma el vaso y que la hace derramar a borbotones. Y mira que hace poco me quedé con la copla de lo necesario que es vaciar el vaso de vez en cuando si no quieres que el contenido se derrame cuando menos te lo esperes. Pues eso, la primera en la frente... Ahora toca poner los trapos limpios a secar al calor de este verano sofocante que por otro lado, nos tiene los cuerpos revueltos y el ánimo enloquecido.

domingo, 11 de julio de 2010

Chupifresco

Anoche aprovechamos que estabamos solas Yul y yo para ir al sitio donde si las paredes hablasen. Ni siquiera nos dimos cuenta de que en poco tiempo pasamos de ser dos a once. La noche prometía, la verdad. Y todo a raíz de la invitación a un chupifresco -un vaso de tubo compartido en el que cada uno debía sorber su parte proporcional en forma de rotación-. Ambas, nos excusamos en el juego, pero a mi me encantó la palabreja porque definió poco más tarde la personalidad del que me tocó en suerte. Venía a mi lado, subía al escenario, bajaba, iba a la barra, volvía a mi lado... Y entre tanto oteaba si podía haber competencia o si no había algo mejor que hacer por la zona. Lo de siempre. Lo acabo de vaticinar: un auténtico chupifresco.
Y esta vez, tocó castigar. Esperé pacientemente en campo enemigo hasta que se decidió. Entonces... le di la espalda. No una, ni dos, ni tres veces, sino hasta diez. El mismo número de amigos que se quedaron con la boca abierta, aunque por dentro estaban ansiosos por felicitarme, pero había que representar el papel hasta el final. Terminada la lección, cada uno a su casa. Como Dios manda!

sábado, 10 de julio de 2010

Regreso

No he desaparecido. Aunque no fue por falta de ganas. La causante, la misma de siempre: la vida, mejor dicho, la ausencia de la misma. A pesar de que a ella le quedaba poca, su constante abrazo a este mundo una y otra vez, hacía casi imposible imaginar que tarde o temprano iba a perder su particular batalla. Sucedió hace hoy quince días. Los mismos que he querido tomarme para encajar una nueva sorpresa, esta vez, demasiado negativa.
No soporto lo de que la vida sigue, quizá porque es la verdad y porque es lo que menos te apetece que suceda, que siga. Hubiera detenido el mundo el pasado 26 de junio, a las 20 horas. Justo, cuando ella dejó de respirar para siempre. Sin hospitales de por medio, sin médicos, sin ambulancias, sin óxigeno entubado. Estoy segura que nunca imaginó irse de la forma en que se fue: en su casa y en silencio. Por algo prefería el hospital, el ruído de los zuecos de los médicos, las camillas de las mil y una ambulancias que en los últimos doce años la trasladaban casi mensualmente a la unidad geriátrica, la que poco a poco fue constatando el deterioro imparable de sus pulmones.
Ahora solo queda recomponerse. Otra vez. La enésima vez. Porque no queda otra. Porque a pesar de todo, la vida sigue.