domingo, 31 de octubre de 2010

Oportunidades

Muchas veces tengo la impresión de que mi vida va mucho más lenta que la del resto. Lo positivo es que también muchas veces en tan lentos procesos, se dan diversas oportunidades para verme con la misma gente que a primera vista me dan buen pálpito. Sucedió al inicio de la noche en uno de los descubrimientos de este verano, al que por su decoración, Yul bautizó como piscinero. Y volvió a suceder en el sitio donde si las paredes hablasen. Muy lentamente, a veces, demasiado, llega una nueva oportunidad y los buenos pálpitos se confirman como buenos rollos. Pero una vez situados en este estadio, cuando más ganas tienes de que se conviertan en algo más, ocurre lo contrario, sobreviene el stop. Todo se detiene, durante una, dos e incluso tres semanas. Y vuelta a empezar. Porque claro, en tres semanas, a todos nos han pasado cosas diferentes, y aunque el poso del buen rollo queda patente, debes volver a exprimirlo. Lo que supone una tarea a realizar que ya no es cosa de uno sino de dos. Y cuando la tarea es cosa de dos... la cosa se complica: 'saludo yo?'; 'espero que salude él?'; 'me habrá visto?'; 'querrá volverme a saludar?'; etc. Todo esto, mientras que en tu cabeza no deja de representarse de manera insistente la última conversación que mantuvistéis. Mientras, afuera de tí y el buen rollo, la vida continúa...

sábado, 30 de octubre de 2010

Oscuridad

El próximo viernes hará un año exacto que lo ví por última vez. Después, silencio. Silencio solamente roto en dos ocasiones, la última hace apenas dos meses. Entre medias, demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Y... dolor. Por no conocer el porqué de su ausencia, de sus paréntesis con multitud de puntos suspensivos desde una llamada a otra. Pero sobre todo, dolor por su decisión de probar cualquier cosa antes de seguir probándome a mi.
Definitivamente, Noviembre me trae malos recuerdoCursivas. De ahí, la preocupación por su inminente comienzo. Hace un año que la oscuridad volvía hacerse dueña de mi alma mientras que la angustia se convertía en mi desayuno y en mi cena. Entre medias, forzaba a mi buen humor a acompañarme en aquellas, recuerdo muy bien, dificilísimas jornadas. Áquel mes de noviembre fue triste, demasiado triste. Tanto, que contagió sin querer evitarlo, a diciembre, en el que la oscuridad no hizo otra cosa que atormentarme, sumiéndome en la crisis personal más fuerte que yo haya vivido hasta el momento. No podía imaginar cuanto camino oscuro quedaba por andar y cuanta angustia por soportar. No recuerdo el día que me levanté y decidí seguir hacia adelante. Sin embargo, que tierno se encuentra aún en mi memoria aquel cinco de noviembre en el que... se hizo la oscuridad.

domingo, 24 de octubre de 2010

Maris(j)e

De esta forma llamaría a Marise, Jara, conocida por todas nosotras desde anoche. Ayer celebramos su cumple. Marise estaba pletórica y como sucede en las mejores ocasiones, en seguida nos sentimos contagiadas. Marise es habitualmente discreta en sus formas. También lo es en su fondo. Profundo a más no poder, pleno de pureza y sensatez. Lo uno y lo otro la llevan siempre por el camino del realismo, de lo objetivo, de lo auténtico, de lo veraz. Y eso justamente es lo que irradia hacia afuera. Lealtad y autenticidad podrían ser sus más importantes virtudes si no tuviera otras muchas con las que no deja de sorprenderte cuanto más la conoces, sin dejarte otra opción que estimarla y desearla la mayor de las felicidades posibles. Una felicidad que ni ella hoy por hoy imagine, que la sorprenda tanto que pueda darse -como tanto suele decir- a la magia, a lo maravillosamente inesperado. Sin posibilidad de pesimismos ni complejos. Por mucho que de vez en cuando parezcan aflorar. Cada vez, doy fe, más ausentes. Porque solo había que mirarse al espejo, pero no como ella solía hacerlo hasta hace un año, sino como ha aprendido a hacerlo ahora, con la mirada limpia de miedos y preocupaciones. Porque cualquier día puede ser el día. Solo hace falta proponerselo.

sábado, 16 de octubre de 2010

Regreso II

Un nuevo regreso tras una nueva desaparición. Y como la otra vez, por necesidad. Necesidad de entender por qué alguien decide empezar a morir despacio, pero sin pausa. Falleció para que ella dejara de esperarlo. Bien sabía él lo mucho que cuesta esperar a quien se ha ido sin quererlo. Él lo practicó durante doce años. La esperaba en casa mientras a ella la recuperaban en el hospital. Miles de parches para ella y un millón de suspiros para él. Juntos podían con todo. Sin ella, sin embargo, se rindió. Antes, prefirió dar descanso a su memoria e instalarse en un mundo imaginario en el que estaba acompañado por quienes hace tanto tiempo lo dejaron en este mundo, huérfano. Y cómo no, en este segundo mundo, estaba también ella, pero solo a ratos. Por eso, decidió marchar. Sabía como hacerlo. Desde otro lugar, aquel en el que todos terminaremos algún día, ella le tendió la mano, el pasado 5 de octubre. Otra vez. Una última vez. De nuevo, juntos. En tan solo un mes, celebrarán 60 años de feliz matrimonio. En esta ocasión, tendrán otros invitados que se lo merecen tanto como los que nos hemos quedado aquí, echándolos de menos, aun sabiendo que cumplieron con su propósito de no esperarse el uno al otro más allá de lo estrictamente necesario. A partir de ese momento, el más fuerte acudiría para llevarse con él al más débil. Así sea. Así fue.

domingo, 3 de octubre de 2010

(Auto)control

Había una vez una persona que creía poder (auto)controlarlo todo. Era una persona que protegía lo que sentía en todo momento. A la que era difícil de consolar, pero a quien todo el mundo acudía a consolarse. Defendía el silencio como el arma más encomiable y la dignidad como la seña de identidad del ser humano. Sin ella, todo está perdido. Consideraba la lealtad su fiel compañera y el respeto, el marido deseable. La mezcla de ambos ingredientes, podía ser su cena favorita.
Una vez, quiso comprobar hasta donde llegaba su supuesto (auto)control, queriendo llegar más allá de lo que en un inicio se le notificó. Quiso poner a prueba su intuición, como siempre, con paciencia y tiempo, sin prisa, como los buenos guisos, a fuego lento. Y averiguó lo que quería... Y quiso saber más... Y ... en este justo momento se encuentra... en el que la curiosidad lucha con el (auto)control, día sí y día también. Mientras tanto, la lealtad y el respeto la consuelan.

sábado, 2 de octubre de 2010

Ducha

Esta que mañana finaliza ha sido una semana que me ha dejado agotada psicológicamente hablando. Fui consciente ayer cuando llegué a mi casa y me duché. Una sensación recorrió mi ser a la misma vez que lo hacía el agua por mi piel. No fue nada que no sintiera el viernes anterior, o el anterior, o el anterior del anterior. La ducha de los viernes me sirve de auténtica purificación. Me limpia los agobios, los sinsabores y las rabietas de la semana y me prepara la piel y el espíritu para la que llegará en breve. A modo de peeling, el agua a presión arranca las células muertas, dejando al descubierto las que se escondían cobardemente tras la trinchera sucia y trabajada de sus antecesoras.
Vestida de una piel renovada, limpia de impurezas y dispuesta a empezar a vivir experiencias nuevas, los primeros días -hoy y mañana- trataré de protegerla como madre a su bebé recien nacido. Pero después, preferiré que sufra, porque será la única fórmula de inmunizarla.