domingo, 27 de marzo de 2011

Llamada

Esa sensación contenida de no querer llamar pero a la vez desearlo con todas tus fuerzas, me sucede muy a menudo. Es entonces, cuando me acuerdo de mi amiga Yul, y con el móvil en la mano doy al botón verde a la misma vez que cierro los ojos, preparándolos para apretarlos con fuerza en cuanto comiencen los tonos de llamada. Previamente, la conversación ha sido preparada de manera conveniente y solo propia de una mente irreprochablemente virgo. Cuando todo está dispuesto, se me ocurre abrir el ordenador, por si fuera necesario consultarlo, conforme el diálogo comience a fluir. Pero... ¿dónde me había quedado? Ah sí! En el cierre de ojos y en el pulsado de la tecla verde. Ahora es el momento, ni un minuto antes ni uno después. Quizá no. Quizá sea demasiado pronto. No, he dicho que ahora y ahora tiene que ser. Ahora, sin más. Entonces... entonces...estoy salvada!!! Al menos por esta vez. Al otro lado, 'este movil está apagado o fuera de cobertura en este momento'. Ufff.... Prueba superada!

sábado, 26 de marzo de 2011

Marzo

Este mes me ha pesado. No ha sido demasiado duro pero sí que ha sido pesado. Cada semana ha supuesto una carga a llevar, por lo menos hasta la siguiente. Y así han pasado los días. Jornadas con cierta irrelevancia y algo tristes. De nuevo, como si la metereología acompañara mi vida y en estos momentos se encontrara en el mismo preciso punto en el que se encuentra la primavera: sin tener prisa por estallar. Secuestrada por un invierno tedioso, sin ningún interés porque se manifieste en todo su esplendor. Retenida, porque no hay otra opción. Y es que, en este marzo, los días de sol quedaron en simples amagos de primavera, en los que la probable despedida del abrigo queda en eso, en mera ilusión. Y después... no solo con el abrigo basta, pues el secuestrador aparece más fuerte que nunca. Y entonces... te das cuenta que vuelves a necesitar la bufanda y que aquellos rayos de sol que te hicieron sonreír, todavía no serán duraderos. Porque esta es una primavera perezosa, que solo reconocemos aquellos que tanta necesidad tenemos de ella. Tras varios otoños tristes y algunos inviernos gélidos, la estamos esperando, pues sabemos que aunque tarde, siempre llega.

domingo, 20 de marzo de 2011

Super-luna

El fenómeno de la luna llena de anoche hacía 18 años que no se producía. Consiste en que es el momento en que se encuentra más cercana de nuestro planeta y por este motivo aparece en mayores dimensiones. No volverá a suceder hasta dentro de otros 18 años. Esta 'super-luna', como los medios la han bautizado, no podía dejar indiferente al hombre, como especie y por qué no, como género.
Debe ser que por esto anoche todo parecía cobrar dimensiones diferentes, quizá a imagen y semejanza de la super-luna. Desde los atuendos hasta las personalidades parecieron cambiar de magnitud. Era común la exageración, sobre todo en el caso de lo segundo. Pues precisamente es en la personalidad, donde dicen que la luna suele tener mayor influencia.
Por esto, quizá todo lo que pasó anoche debe ser enmarcado en su halo, en su super-halo, con el fin de tomar perspectiva, para su adaptación paulatinamente a su estado natural. Aquel que deja de ser 'super' para transformarse en 'normal'. La que podremos ver esta noche. Más o menos como sucede con la vida misma.

sábado, 19 de marzo de 2011

Angustia

Me ha despertado entre noche un pensamiento de angustia. De repente, he visto mi futuro en mi presente. Hasta tal punto que me he llegado a atragantar. Como si de un presentimiento se tratara, la angustia, o quizá fuera el propio futuro, ha recorrido todo mi cuerpo hasta la garganta. Solamente he logrado relajarme, después de toser en un par de ocasiones. Ni siquiera recuerdo en qué momento me volví a quedar dormida. Lo que sí puedo adivinar es el volumen de esa angustia. Al amanecer el nuevo día, aún me dolía la garganta. Solamente el transcurrir de las horas, me ha hecho recuperar la voz y despegar de mi glotis la angustia sentida por haber sido visitada por ese futuro irremediablemente parecido al presente.
Ahora, cerca de las 18 horas, me alegro de que hoy sea sábado. Hoy, la noche en mi cama está más lejana. No tengo sueño, ni quiero tenerlo. Esta noche prefiero que el presente sea el que visite el futuro.

domingo, 13 de marzo de 2011

Frustración

Difícil semana esta que hoy llega a su fin. Sucede cuando esperas algo y no llega. Es la frustración. Aquel estado en el que permaneces hasta que examinas el origen de lo esperado y la consecuencia de que no llega. Entonces, cuando el origen es la fantasía y la consecuencia el crecimiento personal, vuelves a hacer las maletas con tus pensamientos y a desear tirar de nuevo el dado, con la esperanza de que la siguiente jugada sea lo suficientemente buena como para avanzar de una vez por todas en el tablero de la vida.
Aún así, no me gusta perderme nada cuando de jugar se trata. Por eso, no me basta con avanzar, porque paradójicamente, incluso eso si es de seguido me crea desconfianza y por lo tanto, también frustración. Prefiero que el juego se desarrolle de forma natural, con casillas en las que avances y también otras en las que retrocedas, porque es entonces cuando surge el reto y desaparece la frustración.
Por eso, no debe asustar si lo esperado no es lo que finalmente sucede, ni mucho menos, si lo que sucede es el retroceso, porque dependiendo como se enfoque, puede ser el impulso convenido y conveniente para conseguir aquello que en esos momentos ni imaginas.

sábado, 5 de marzo de 2011

Carnaval

Nunca me ha gustado el carnaval. No me gustan los disfraces, ni tampoco los motivos por los que generalmente la gente claudica a vestirse de hipocresía. Son días de alegría impuesta, de felicidad por decreto, de locura porque sí. No me gusta. Estoy más cómoda en el otro bando, en el de la alegría natural, la felicidad por sorpresa o la locura porque yo lo valgo.
Prefiero la verdad al disfraz de mentira, la cara lavada a la máscara veneciana, el traje de diario a la capa de vampiro.
A Dios gracias que solo dura siete días y que cada vez -debe ser la edad- me he vuelto más tolerante. Por eso, me honra imitar -mejor semana no puedo elegir- a Unamuno y cambiar el verbo principal de su frase memorable: "¡Qué se disfracen ellos!" Y yo, qué lo vea. Porque si tan necesaria es esa alegría trucada, también lo será el público que, a su debida distancia, lo valore. Eso sí, ese sí puede ser mi disfraz: el de público, pero no un público cualquiera, sino aquel en el que predomina el escepticismo, aquel que se sitúa en la platea, con el fin de observar desde la frialdad del otro lado, el calor provocado por el dichoso carnaval.