sábado, 24 de septiembre de 2011

Archivo

Todo lo conseguido durante las dos últimas semanas en lo referente a mi actitud zen ante la vida, estallaba de un plumazo conforme pasaban los días de esta agobiante semana. Hoy, por ser sábado, no estoy mejor. Cuando un adjetivo como 'agobiante' se prolonga durante tus cinco días laborales, el fin de semana, te toca pasar la resaca. Y en esas estamos. Aunque sea sábado, pareciera que la intensidad de las jornadas previas, se hubiera cebado con mi cuerpo y este a estas alturas de la película, es como si no supiese responder a tal estímulo, como si la memoria sensorial se hubiese fragmentado. Un técnico informático, por favor! Un técnico que sepa algo más que reinstalar el sistema. Porque además quiero aprovechar para comentarle lo que un día sucedió con el archivo principal, aquel archivo que un día quiso estar en una carpeta diferente, pero que nunca nadie se dignó a trasladarlo. Y ahí sigue, en la carpeta equivocada, porque quien primero le introdujo en dicha carpeta solo se fijó en su perfil, y no en lo verdaderamente importante: su extensión... sí, aquello que va detrás de . (.doc, .exe, .pdf....), lo que le define. Urge cambiar ese archivo cuanto antes a la carpeta en la que siempre soñó estar y nunca consiguió estarlo. Urge, porque mañana, estoy segura, será demasiado tarde.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Malasaña

Hacía más de un año que no iba por Malasaña. Anoche, me reencontré con aquel momento. Nemi quiso enseñarme algunos locales que ella conocía y que suponía que me iban a gustar. No solo fue así, sino que me entusiasmaron.
Lo que en un principio iba ser un paseito por la zona y una vuelta a casa prontito, se transformó sin saber como en la añadidura de gente estupenda y una vuelta a casa en plena madrugada. Ni sé como se me fue el tiempo, sí quizá sí lo se... muy a gusto. Es lo que pasa cuando no te hace falta nada más para disfrutar de la gente y sobre todo y más importante, de la vida.
Ayudó, por supuesto, dos copitas de ribeiro, justo a tiempo, justo en el momento adecuado. Una, que es, últimamente, de tomar vino al calor del hogar, anoche no pudo disfrutar más de tomarlo en muy buena compañía.
Dispuesta a repetir, más pronto que tarde, solo espero que esta sea otra más de las noches en las que Nemi y yo malaseañemos en el futuro.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Tranquilidad

Es mi segundo fin de semana tranquilo. Los 35 me han hecho sopesar la importancia de barajar otras opciones (priorizar la tarde y las primeras horas de la madrugada) y disfrutar del placer de utilizar las horas más golfas de la manera menos golfa posible. Experimentar quien soy en aquellas horas del fin de semana en las que en muy pocas ocasiones se me podía pillar en la calle. El ambiente convertido en conversación, el aire libre transformado en local, la entrada de la noche en el día como escenario común para treintañeros cansados de la vida social nocturna, aunque nunca hartos, porque el hartazgo significa frustración y la mayoría de las veces, esta es plenamente individual.
Así transcurren las horas del último fin de semana de este verano 2011. Con el otoño a la vuelta de la esquina, pareciera que ningún momento fuera mejor que este para preparar el espíritu a lo que viene: la desnudez paulatina de los árboles, el llanto leve del cielo y la niebla más gris de las madrugadas eternas. Aprovechemos, entonces, las últimas horas de luz y acostumbremos nuestros cuerpos al tedio de las primeras de la noche, pero no la noche perversa propia del verano sino la romántica propia del otoño. Vamos pues.

domingo, 11 de septiembre de 2011

GranVía

Hacía muchos años que no iba al cine a la Gran Vía. Me encantó disfrutar de la experiencia de nuevo. Me trasladó a mi infancia, cuando no había más centro comercial que el de la Vaguada y era impensable ir al cine a un lugar diferente que no fuera el centro de Madrid.
Esta mañana caí en la cuenta de que en ese mismo lugar, en la fila para entrar a la sala para ver cualquier película, mi primer y más duradero novio me informó de que estabamos saliendo. Ahora recuerdo la conversación con una sonrisa de oreja a oreja. Ese día salí de mi casa pensando en quedar con un amigo para ir al cine y volví gritando a los cuatro vientos que con quien había quedado era con mi novio. Ahora, catorce años después, me cuesta hasta escribir la palabra.
Yo, como en un momento de la peli de ayer, digo que dicen... que no existen las casualidades... Quien sabe si la vuelta por esa calle tan importante en mi vida -y no solo por lo narrado anteriormente- significa algo más, a pesar de que en mi realidad, los míos nunca vuelven.... Quien sabe si este contratiempo sucede por esa maldita pared.

sábado, 10 de septiembre de 2011

PorQué

Es la tercera vez que escucho el cd que Nemi me regaló ayer. No sabe como acertó de pleno en lo que en estos momentos me hace bien escuchar: ...desde pequeño me acostumbré a no preguntar por qué; si buscas en mi algo excepcional, te voy a desilusionar; no esperes nada nuevo de un hombre de costumbres.... Si por costumbre, amé; por costumbre, olvidé...*
Anoche en latina, la tristeza de una amiga suya me caló demasiado. Me hizo recordar lo que duele perder cuando uno no se lo espera. La desilusión transpiraba por sus poros. El mundo se había parado y a lo peor, ella pensaba, que no volvería a girar. Me caló, claro que me caló. Escuchar su lamento silencioso, me hizo volver a casa pensando en lo jodido que es cuando en el reparto, te toca sufrir por amor. La media sonrisa delataba lo mucho que había pensado en aquella historia, ahora acabada, que para ella era la primera de verdad. Y truncarse, la sepultó de nuevo en su realidad, aquella que había dejado apenas diez meses antes, aquella de la que huía sin querer hacerlo evidente. A esa realidad no hay otra, tiene que enfrentarse de nuevo, aunque antes deba acostumbrarse a no preguntar por qué.

*La fuerza de la costumbre. LHR (Para ti)

domingo, 4 de septiembre de 2011

35

El final del verano siempre culmina con la celebración de mi cumple. Esta vez en viernes en lugar del tradicional sábado. Un año más o un año menos, según se mire.
En esta ocasión, me gusta la cifra, redonda e impar, casi no puedo pedir más. A lo mejor sí, a lo mejor como ha sido mi cumpleaños tengo derecho a solicitar algún que otro deseo. Debería cumplirse, porque incluso he cerrado los ojos y lo he pedido con todas mis fuerzas. Prometo contarlo si así sucede.
Mientras tanto habrá que hacerse a la idea del nuevo dígito, del año venidero, de las oportunidades que llegarán y las que aprovecharé, de los disgustos o malostragos que no me quedará más remedio que asumir, de lo que me dejará indiferente y de aquello que me marcará de por vida. Pero todo eso, ya llegará. Ahora tengo el buen sabor de boca de mi 35 celebración, un estupendísimo encuentro con las mías, las de siempre, las que más me conocen y sobre todo, más me aguantan. Estuvieron todas, una de ellas, por teléfono, pero estuvo. Firmo por otros 35 cumples idénticos.