domingo, 29 de enero de 2012

Incorrecto

Hoy es uno de esos días en los que te arrepientes de mirar hacia atrás. Es el día incorrecto, por muchos motivos y por pocos alicientes.
He comenzado el día preguntándome por qué hasta ahora he elegido la senda difícil cuando he tenido la oportunidad de hacerlo. Qué es lo que tengo que demostrar, y lo más importante, a quién.
Por qué cuando ha habido en mi existencia una bifurcación, he tomado la que tenía más cuestas empedradas. Por qué en un principio he creído estar en la decisión correcta y hoy me surge el interrogante sobre mi posible error.
A lo mejor, tocaba hoy examen de conciencia. Justo el día incorrecto, cuando menos me conviene sacar conclusiones.
Si fuera así, pido entonces, que la próxima vez me avisen con tiempo suficiente para urdir una falsificación de justificante de mis padres y de este modo, poder posponer la cita con mi conciencia para otro día mejor, un día que no sea como el de hoy... incorrecto.

domingo, 22 de enero de 2012

Latina

Hacía mucho tiempo que no pasaba una noche de sábado por la Latina. Acostumbrada a acercarme al Madrid más castizo en las tardes domingueras, se me había olvidado su encanto nocturno. Lo confirmo, paradójicamente, es la mejor zona para desconectar de Madrid y si tienes suerte, como Beck y yo ayer, también de los madrileños...
La fusión con el ambiente es inmediato y se hace más que evidente cuanto más te adentras en los engranajes de la zona. En poco tiempo te has mimetizado con el entorno. Poco importan las impresiones porque abunda como sucede las tardes domingueras, la gente de verdad, con vida vivida y si me apuras, sobrevivida. El resto no tiene por qué estar allí. El resto, quienes valoran lo que eres por lo que vistes, por donde vives o por lo que gastas, no se van a sentir cómod@s.
Porque aunque los sitios no hacen a las personas, yo creo que viceversa sí ocurre. Son las personas las que definen los lugares, las que atraen a otras con expectativas similares, como sucede en este caso, en el que destacan gentes con experiencias pasadas al servicio del futuro, aunque haya que digerirlas en el presente.

sábado, 21 de enero de 2012

Cómputo

Tuve una conversación reveladora a mitad de esta semana. Alguien me dijo que es importante conocer el cómputo de la felicidad a la que debes aspirar. Que supone ser el resultado de la suma de momentos felices de tu vida, al margen de intensidades y de decepciones. Según el punto de vista de mi interlocutor, vivir un momento feliz por muy intenso que sea si supone una consecuencia parecida a la retahíla de siete noches en un mar de lágrimas, no merece la pena. El cómputo da negativo. Sin embargo, vivir un momento feliz en formato lineal con posibilidad de que se prolongue en el tiempo es lo correcto. Computa como válido en su original barómetro happy.
Su perspectiva me convenció hasta el punto de sentirme de nuevo orgullosa de las decisiones tomadas, sobre todo de aquellas en las que el 'no quiero esto' ha pesado durante días como una auténtica losa en mi cabeza. Ese 'no quiero esto' era la única puerta disponible hacia la felicidad que computa. Virar hacia el 'se que no quiero esto pero no me atrevo' hubiera significado la descalificación y por tanto la invalidez para computar en este termómetro vital sobre la felicidad vivida y por qué no decirlo, también merecida.

domingo, 15 de enero de 2012

Vértigo

Hay una sensación que se me repite todos los domingos: vértigo. Es igual que sea un mes que otro. Mi tiempo lo mido en semanas e independientemente de cómo las termine, el domingo es para mí igual a vértigo. Me sucede incluso en esta etapa de mi vida en la que parece que reina el estancamiento. No avanzar no significa en cualquier caso no evolucionar, me digo sin cesar pese a que cueste mucho más mirar hacia adelante de lo que me cuesta mirar hacia detrás. Será por lo desconocido, pero sobre todo por el vértigo. De pronto, la mente se bloquea, el corazón se acelera porque el peligro acecha, uno de los muchos a temer, aquel del que solo se sobrevive: el estancamiento. Y si este es el tope. Y si no hay más desarrollo vital. Y si esto es a lo que he venido. Y si pudo ser y como no fue, este es mi merecido. Vértigo. Vértigo entonces, por una situación conocida, vivida en modo consciente y justo por eso, temida.
Pero no queda otra, los minutos aunque lentos, pasan lo mismo en domingo que en cualquier otro día. Casi nada de tiempo para prepararse ante lo que vendrá. Lástima que las cartas estén ya repartidas...

sábado, 14 de enero de 2012

Dignidad

No sé si tiene algo que ver con el libro que estoy leyendo, La lucha por la dignidad, pero llevo toda la semana topándome con este concepto. Me lo encuentro en la televisión, en internet, en la prensa escrita, en el cine, etc. Es como si detrás de este hecho hubiera una intención, la de dignificarla -nunca mejor dicho-, como si hubiera estado hibernando y fuera el momento de despertarla.
Quizá ese sería el remedio de alguno de nuestros males. Ahora que todo parece desmoronarse a nuestro alrededor y que lo material deja de tener valor día tras día, parece que lo más razonable sea dignificar la dignidad. Situarla en el lugar que merece, no muy alto pero tampoco en el suelo, tal vez su lugar esté más cercano a nuestra altura moral de lo que nos parece.
Conforme lo vanal es relegado a su origen, lo moral renace reconstruido de sus cenizas para colocarse entre el cerebro y el corazón, próximo a la garganta, con el objetivo de ser el juez de aquello que finalmente debemos digerir, no sin antes decidir... tragar o vomitar.

sábado, 7 de enero de 2012

Propósitos

De vuelta. Tras la ausencia navideña. De vuelta. En un nuevo año. De vuelta. Con un propósito en la mente y otro en el corazón. Veremos cual de ellos se cumple primero. Veremos si realmente alguno de ellos se cumple.
Para los felices, la Navidad es lo más. Para mi, la navidad es tal y como la escribo, en minúscula. Me alegra haberla sobrevivido sin otro problema que el de que pasaran los días festivos lo antes posible y que de nuevo la rutina se instalara en las almas inquietas. Como preferir, prefiero el fin de semana sin más. Las grandes cosas de mi vida llegaron en fines de semana simples, casi siempre invernales, en lugares tópicos, sin extridencias, muy poco a poco.
Nunca me pasó nada especial en Nochevieja ni tampoco en Reyes. Sin embargo, los meses sin sal, los que poco dicen al resto del mundo, como febrero o marzo me trajeron presentes inolvidables aunque en breve se convirtieran en pasados desgarradores.
Debe ser que por eso me vengo arriba cuando pasan fiestas como la navidad, así, en minúscula. Debe ser que por eso me hago propósitos, aunque sean difíciles de cumplir, porque no solo dependen de mi, sino de otro y de sus circunstancias.