sábado, 23 de junio de 2012

Ahogo

Es lo que he sentido en algunos momentos de esta semana. Como si unas manos gigantes atraparan mi cuello y me impidieran respirar. Unos días me pasaba al levantarme, otros a media tarde y otros, incluso al irme a dormir. La solución era siempre la misma: inspirar fuertemente desde el estómago, contar hasta cinco y eliminar el aire comprimido en los pulmones hacia el exterior. Ese mismo aire una vez fuera, servía de aliento indispensable para que aquellas manos imaginarias dejaran su tarea primordial y desaparecieran por lo menos, hasta el día siguiente. Y así, un día tras otro...
Y de tanto vivirlo, me he dado cuenta de que el ahogo llega mientras no llega lo que esperas y además, eres consciente de esa no llegada. Y además, eres consciente, de que pudiera prolongarse hasta el infinito. Porque en otras ocasiones ha pasado y por eso hay probabilidades de que vuelva a pasar. Y entonces... acabo... que llega el ahogo.

sábado, 2 de junio de 2012

Recomponiendo(me)

Otra vez ha tocado volver a recomponerse. Sin culminar la tarea me lanzo a escribir despues de más de dos meses de ausencia... Entretanto una historia más a mis espaldas con un final viejo conocido.
Si tuviera que definir mi vida en ese sentido, la definiría como repetitiva. No por ello, deja de asombrarme. No por ello, deja de sufrirse.
Tiempo es lo que necesito que pase para recomponer(me) del todo. Como herramienta solo sostengo el silencio, a veces, querido y otras muchas, odiado. Como hoja de ruta, estos momentos no tienen precio: sabes cuando subes, pero sobre todo, cuando bajas.
Todo ello, aderazado, por lo visto, por uno de los planetas más oportunos en llegar, debido a su desapego a lo relacional, muy especialmente, a lo sentimental.
La mezcla resulta más que explosiva cuando no dejas de repetirte que lo que sucede, conviene. Entonces ya si que no entiendes nada, ni de lo que sucede ni mucho menos de lo que conviene. Porque digo yo que si no conviene, por qué sucede.