domingo, 27 de enero de 2013

Realidad

Hay algo que puedes hacer cuando no estas conforme con tu realidad. Cuando te cargarías tu presente de un plumazo o elegirías dormir y que te despertaran cuando las cosas hubieran dado un giro, aunque solo fuera de cuarenta y cinco grados, eso sí, en positivo.
Lo que puedes hacer es asomarte a otras realidades. Observarlas detenidamente de frente. Examinarlas, perderte entre sus miradas, profundizar en sus rasgos, interiorizarlas y asumirlas como parte de un mundo del que también tú formas parte.
Hoy es uno de esos días. Esta tarde tengo la intención de visitar esas otras realidades que alguien/es fotografiaron sin mucho menos saber, que muy problablemente, en este domingo, me hagan volver con la brusquedad necesaria y de una vez por todas a mi realidad, una de tantas, una de las menos importantes.

domingo, 20 de enero de 2013

Circunstancias

Me paso la vida pensando que tal o cual cosa puede repetirse, darme suerte, quitármela, etc. Imagino un cuadrante en el que el presente se formula dependiendo de lo sucedido en el pasado. Si algo ha sucedido de una determinada manera, pienso que volverá a suceder si logro crear las mismas circunstancias que existían en el momento que sucedió. Es de locos. Como si precisamente a mi no me hubieran sorprendido jamás las circunstancias con el pie cambiado...
Pero una es de determinada manera y cambiar a estas alturas parece ser misión imposible. Hasta que esta situación me cansa y entonces rompo con las normas establecidas, suponiendo que eso dará lugar a ser yo la que pille entonces a las circunstancias con el pie cambiado...
Sin embargo, nada llega a pasar. Es así como pienso que hay algo más que domina tanto las circunstancias como los lugares a los que nos llevan nuestros propios pies. Para qué entonces complicarse, hacer y deshacer circunstancias, cambiar o no de pie.

sábado, 19 de enero de 2013

Y...

Me ha costado reengancharme a este 2013. No hay ilusión. Sucede cuando después de caer, te ayuda a levantarte el mismo que te tiró al suelo. Y sucede cuando lo vuelve hacer.
La segunda vez por los suelos es más difícil de digerir, más que nada porque en esta ocasión, la cabeza manda más que cuando pasó la primera vez. Y duele cuando lo vuelve hacer.
El dolor se intensifica según avanza por el interior del cuerpo, llegando a preocupar a su dueña, aún resentida por la última de sus frustraciones. Y decepciona cuando lo vuelve hacer.
Reiniciar constantemente tiene gracia cuando es algo puntual pero deja de tenerla cuando el sistema, incluso el del reinicio, comienza a fallar. Y desconsuela cuando lo vuelve hacer.
Castigarse no es la solución, aunque sea lo que apetezca. Y prefiero cuando NO lo vuelve hacer.