domingo, 19 de octubre de 2014

Enmendar

Este año, nada está siendo como se esperaba. Tampoco las dos veces que he intentado enmendar mi conducta. La respuesta ha sido la misma: silencio. Pero... ¿para siempre?
Cuando sucede al revés, quiero decir, es a mí con la que contactan para enmendar, siempre lo valoro. Por la valentía de acercarse y el coraje de soportar cualquier respuesta. Incluso el silencio. Por esto de valorarlo, siempre respondo. Aunque me quede rencor, siempre respondo. Por respeto a ese coraje, siempre respondo.
Sin embargo, el respeto, una de las palabras más de moda en estos tiempos que corren, es el que me limpia la conciencia. Sí, yo mereceré el silencio, pero tú, tú ni siquiera tienes respuestas a la medida de mi acercamiento. Revisa tu conciencia, porque ahí suelen estar las respuestas. Cuanto más limpia la tengas, antes las encontrarás.

domingo, 12 de octubre de 2014

Boicoteo

Dos días llevo reflexionando sobre la posibilidad de que de manera inconsciente boicotee nuevas amistades/relaciones que huelo que pueden ir a más.
Siempre he pagado un alto precio por decir la verdad, pero siempre lo he preferido a contar mentiras/mediasverdades.
Las afirmaciones anteriores mezcladas dan como resultado gente que sale y entra por temporadas de mi vida. Cuando la cosa se pone fea, por eso que acabo de decir de contar verdades, salen como si el daño fuera irreparable; sin embargo, el tiempo y el silencio, dos de las medicinas más recomendables en asuntos del corazón, ponen las cosas en su sitio y lo que ayer parecía irreparable, hoy tiene una solución tan fácil como es volver a tocar la misma puerta.
La duda que me queda y que espero resolver esta misma semana es si en el modo viceversa se gestiona de la misma manera.

sábado, 4 de octubre de 2014

DeVuelta

Los cambios que suceden poquito a poco son los que se quedan para siempre. Lo intuyo. Los cambios radicales siempre acaban mal. Lo experimento. Para adaptarse, los peores son los primeros porque en el caso de los segundos ni tiempo te da hacerlo.
A la gente suele ocurrirle lo primero y a mi lo segundo. Me gustaría que alguien me enseñara a no tomar decisiones tan racionales, a no ponerle tanta mente a la vida, a dejar que suceda y a pensar en lo que me viene bien a mi antes que al otro, a las circunstancias y sobre todo a no buscar excusas para decir no antes que un tal vez, a abrir una ventana antes de cerrar la puerta.
No conseguir aprender esto, conlleva la peor de las consecuencias: estar siempre volviendo al mismo lugar, estar instalado en el modo DeVuelta. Un lugar en el que debe ser que me siento cómoda porque cuando estoy a un paso de dejarlo atrás, la razón me autoempuja a volver al lugar que tan solo abandoné por unas horas, unos días, o en el mejor de los casos, unas semanas. Como ahora mismo: Aquí estoy otra vez, DeVuleta.