No me equivocaba al advertir en la última entrada de 2013 que la próxima vendría con el cambio de año. Hoy llevamos 11 días exactos del año 2014. Diciembre fue a mejor conforme cambiamos de quincena. Mejor no significa perfecto. Era sencillo que fuera mejor porque se partía de un lugar profundo y oscuro. Poco después llegaba la luz, pero no aquella intensa de mediodía, sino la que nace con el amanecer, cuando el día quiere abrirse paso pero la noche se resiste a que lo haga cómodamente.
Y en ese amanecer estamos. En el que aunque en su momento se adivinaba un día estupendo, no acaba de definirse del todo y al final no se sabe si saldrá el sol o por el contrario el cielo volverá a cubrirse de nubes.
A esta indefinición se une el cansancio instalado más en el alma que en el cuerpo por haber soportado más días de nubes que de sol; por lo que el miedo se cuela entre las rendijas de las heridas aún sin cicatrizar. El cóctel acaba siendo cuando menos, difícil de digerir.
Mientras tanto .... 2014 llegó.... veremos si al final podemos decir que ..... venció
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