Llevo un año y pico pensando que me gusta mucho más salir de marcha los viernes que los sábados. La gente, los locales, las copas, etc... todo parece diferente. Tiene un color especial, como Sevilla. Y la noche de ayer me lo confirma.
Se respiraba ganas de desconectar, de respirar otro aire, de completar confesiones que se habían quedado reposando en el año pasado. Todo unido dio lugar a una noche la mar de divertida, de estas noches que una cosa acaba llevando a la otra y que te encuentras a deshoras compartiendo copas con dos desconocidos como si de tus mejores amigos se tratara.
La noche de ayer viernes, sirvió. Sirvió para ver otras posibilidades, para abrir la mente y para completar círculos que se abrieron a principios de diciembre y que cumplieron su meta.
Queda por delante todo febrero, con cuatro viernes más.... Veremos finalmente en lo que quedan.
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