domingo, 28 de agosto de 2011

Verdades

Tengo fama de bocazas, pero estoy más tiempo callado que hablando. Tengo fama de juerguista, pero estoy más tiempo solo que acompañado. Añorar lo que nunca ha llegado a suceder.... Joaquín Sabina.
Repasando los mails atrasados, me encontré ayer con las conversaciones secretas entre Millás y Sabina. No se me ocurre mejor forma de acabar con este mes de agosto que ser testigo del diálogo entre dos genios del ingenio. Tremendas verdades escapaban de la boca del cantautor ubetense más madrileño que ninguno.
Las verdades para que sean tremendas, deben de haberse escondido profundamente durante años en lo más hondo del ser, para acabar siendo disfrazadas de buen rollo, de fortaleza, de dominio, de contención. Sin embargo, cuando casi ya se han transformado en una mentira más de aquellas 100 que tanto nos recuerda Sabina, en ese momento sientes la necesidad de que recorran las arterias, camino de los pulmones, de ahí hacia la laringe, para acabar incrustadas en la garganta, pendientes de un simple gesto de confianza para que a modo de borbotones caigan de tu boca como si de agua limpia de una fuente se tratase. Esas verdades duelen. Duelen cuando entraron y por eso también duelen cuando salen. Duelen al escucharlas y mucho más si ya se han asimilado. Será por eso por lo que siempre he defendido que la mentira no duele más que una tremenda verdad, sino menos.

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