domingo, 18 de diciembre de 2011

Adrenalina

Si de algo sigo a estas alturas convencida es de lo recomendable que es no tener expectativas. Suele pasar que de repente, todo se transforma y lo no buscado es encontrado y de la mejor manera posible. Y es entonces cuando no me queda más remedio que laurear a lo imprevisible por todo cuanto sostiene de sorpresa y divertimento.
Anoche fue un ejemplo de ello... Lo que en principio se esperaba fue superado por lo que al final tomamos y recibimos.
Tras decidir en el coche hacia donde nos dirigiríamos, la elección no pudo ser más acertada. Aunque sigo pensando que algo tuvo que ver no tener expectativas. Porque las cosas fluyen independientemente de tus planes y proporcionalmente a lo que te conviene, aunque en ocasiones, cueste asimilarlo.
Quizá por eso, por la inyección de adrenalina que supuso la noche de ayer, veo la proximidad de la Navidad de manera diferente, más optimista, menos tediosa, con más ilusión y menos decepción. Pero qué digo... ¿no habíamos quedado en que el mejor camino era el de NO expectar???? Pues eso... a no expectar.

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