Me ha costado reengancharme a este 2013. No hay ilusión. Sucede cuando después de caer, te ayuda a levantarte el mismo que te tiró al suelo. Y sucede cuando lo vuelve hacer.
La segunda vez por los suelos es más difícil de digerir, más que nada porque en esta ocasión, la cabeza manda más que cuando pasó la primera vez. Y duele cuando lo vuelve hacer.
El dolor se intensifica según avanza por el interior del cuerpo, llegando a preocupar a su dueña, aún resentida por la última de sus frustraciones. Y decepciona cuando lo vuelve hacer.
Reiniciar constantemente tiene gracia cuando es algo puntual pero deja de tenerla cuando el sistema, incluso el del reinicio, comienza a fallar. Y desconsuela cuando lo vuelve hacer.
Castigarse no es la solución, aunque sea lo que apetezca. Y prefiero cuando NO lo vuelve hacer.
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