Ayer bajaban las temperaturas de golpe. Dicen los expertos que el cuerpo necesita un espacio de tiempo para adaptarse a este tipo de embestidas y que en este caso, no lo ha habido. Por eso notamos más el frío, porque el cuerpo todavía no está adaptado.
Sin embargo, para mi, este tipo de cambios bruscos me llenan de esperanza. Porque me hacen reflexionar sobre lo que aparece de golpe y sin dar explicaciones, te congela por dentro. Todo ello sin concederte un minuto para la adaptación. Por eso, esta tiene que estar dispuesta para que cuando llegue, entre en una cauta simbiosis con el cambio. Entonces lo que en un primer momento parecía que iba a ser dramático se transforma en un tránsito meramente convencional. De este modo, el golpe no resulta tan fortutito como se esperaba y la vida continúa en perfecta armonía.
sábado, 16 de noviembre de 2013
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