Hacía más de un año que no iba por Malasaña. Anoche, me reencontré con aquel momento. Nemi quiso enseñarme algunos locales que ella conocía y que suponía que me iban a gustar. No solo fue así, sino que me entusiasmaron.
Lo que en un principio iba ser un paseito por la zona y una vuelta a casa prontito, se transformó sin saber como en la añadidura de gente estupenda y una vuelta a casa en plena madrugada. Ni sé como se me fue el tiempo, sí quizá sí lo se... muy a gusto. Es lo que pasa cuando no te hace falta nada más para disfrutar de la gente y sobre todo y más importante, de la vida.
Ayudó, por supuesto, dos copitas de ribeiro, justo a tiempo, justo en el momento adecuado. Una, que es, últimamente, de tomar vino al calor del hogar, anoche no pudo disfrutar más de tomarlo en muy buena compañía.
Dispuesta a repetir, más pronto que tarde, solo espero que esta sea otra más de las noches en las que Nemi y yo malaseañemos en el futuro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario