¿Qué es lo que detiene a alguien para no hacer lo que prometió llevar a cabo? ¿Por qué se dice que se va hacer algo y luego no se hace? ¿Cuál es el mensaje a descifrar cuando esta situación se repite hasta en tres ocasiones seguidas?
Son las preguntas que me rondan la cabeza desde hace casi dos meses. Porque hay comportamientos que no entenderé nunca, porque me cuesta conocer cómo piensa y mucho más cómo actúa el sexo masculino. Pero lo que más me cuesta conocer es el significado que puede haber en algo que no sucede. Quién se ocupa de esta inacción y por qué. Más bien, en el orden inverso: me interesa saber antes el por qué.
Ahí debe estar el quiz de la cuestión, el tantas veces... no te convendrá, el ya te dirá el futuro por qué no pasó, el no te preocupes por lo que no pasa, porque todo tiene un sentido y lo sabrás a su debido tiempo.
¿Cuánto dura ese 'debido' tiempo? ¿Nunca es 'indebido'? ¿Seguro que lo sabré? ¿Cuál es el mensaje a descifrar después de saberlo?
Preguntas, preguntas, siempre preguntas. ¿Para cuando las respuestas?
domingo, 9 de noviembre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
Enmendar
Este año, nada está siendo como se esperaba. Tampoco las dos veces que he intentado enmendar mi conducta. La respuesta ha sido la misma: silencio. Pero... ¿para siempre?
Cuando sucede al revés, quiero decir, es a mí con la que contactan para enmendar, siempre lo valoro. Por la valentía de acercarse y el coraje de soportar cualquier respuesta. Incluso el silencio. Por esto de valorarlo, siempre respondo. Aunque me quede rencor, siempre respondo. Por respeto a ese coraje, siempre respondo.
Sin embargo, el respeto, una de las palabras más de moda en estos tiempos que corren, es el que me limpia la conciencia. Sí, yo mereceré el silencio, pero tú, tú ni siquiera tienes respuestas a la medida de mi acercamiento. Revisa tu conciencia, porque ahí suelen estar las respuestas. Cuanto más limpia la tengas, antes las encontrarás.
Cuando sucede al revés, quiero decir, es a mí con la que contactan para enmendar, siempre lo valoro. Por la valentía de acercarse y el coraje de soportar cualquier respuesta. Incluso el silencio. Por esto de valorarlo, siempre respondo. Aunque me quede rencor, siempre respondo. Por respeto a ese coraje, siempre respondo.
Sin embargo, el respeto, una de las palabras más de moda en estos tiempos que corren, es el que me limpia la conciencia. Sí, yo mereceré el silencio, pero tú, tú ni siquiera tienes respuestas a la medida de mi acercamiento. Revisa tu conciencia, porque ahí suelen estar las respuestas. Cuanto más limpia la tengas, antes las encontrarás.
domingo, 12 de octubre de 2014
Boicoteo
Dos días llevo reflexionando sobre la posibilidad de que de manera inconsciente boicotee nuevas amistades/relaciones que huelo que pueden ir a más.
Siempre he pagado un alto precio por decir la verdad, pero siempre lo he preferido a contar mentiras/mediasverdades.
Las afirmaciones anteriores mezcladas dan como resultado gente que sale y entra por temporadas de mi vida. Cuando la cosa se pone fea, por eso que acabo de decir de contar verdades, salen como si el daño fuera irreparable; sin embargo, el tiempo y el silencio, dos de las medicinas más recomendables en asuntos del corazón, ponen las cosas en su sitio y lo que ayer parecía irreparable, hoy tiene una solución tan fácil como es volver a tocar la misma puerta.
La duda que me queda y que espero resolver esta misma semana es si en el modo viceversa se gestiona de la misma manera.
Siempre he pagado un alto precio por decir la verdad, pero siempre lo he preferido a contar mentiras/mediasverdades.
Las afirmaciones anteriores mezcladas dan como resultado gente que sale y entra por temporadas de mi vida. Cuando la cosa se pone fea, por eso que acabo de decir de contar verdades, salen como si el daño fuera irreparable; sin embargo, el tiempo y el silencio, dos de las medicinas más recomendables en asuntos del corazón, ponen las cosas en su sitio y lo que ayer parecía irreparable, hoy tiene una solución tan fácil como es volver a tocar la misma puerta.
La duda que me queda y que espero resolver esta misma semana es si en el modo viceversa se gestiona de la misma manera.
sábado, 4 de octubre de 2014
DeVuelta
Los cambios que suceden poquito a poco son los que se quedan para siempre. Lo intuyo. Los cambios radicales siempre acaban mal. Lo experimento. Para adaptarse, los peores son los primeros porque en el caso de los segundos ni tiempo te da hacerlo.
A la gente suele ocurrirle lo primero y a mi lo segundo. Me gustaría que alguien me enseñara a no tomar decisiones tan racionales, a no ponerle tanta mente a la vida, a dejar que suceda y a pensar en lo que me viene bien a mi antes que al otro, a las circunstancias y sobre todo a no buscar excusas para decir no antes que un tal vez, a abrir una ventana antes de cerrar la puerta.
No conseguir aprender esto, conlleva la peor de las consecuencias: estar siempre volviendo al mismo lugar, estar instalado en el modo DeVuelta. Un lugar en el que debe ser que me siento cómoda porque cuando estoy a un paso de dejarlo atrás, la razón me autoempuja a volver al lugar que tan solo abandoné por unas horas, unos días, o en el mejor de los casos, unas semanas. Como ahora mismo: Aquí estoy otra vez, DeVuleta.
A la gente suele ocurrirle lo primero y a mi lo segundo. Me gustaría que alguien me enseñara a no tomar decisiones tan racionales, a no ponerle tanta mente a la vida, a dejar que suceda y a pensar en lo que me viene bien a mi antes que al otro, a las circunstancias y sobre todo a no buscar excusas para decir no antes que un tal vez, a abrir una ventana antes de cerrar la puerta.
No conseguir aprender esto, conlleva la peor de las consecuencias: estar siempre volviendo al mismo lugar, estar instalado en el modo DeVuelta. Un lugar en el que debe ser que me siento cómoda porque cuando estoy a un paso de dejarlo atrás, la razón me autoempuja a volver al lugar que tan solo abandoné por unas horas, unos días, o en el mejor de los casos, unas semanas. Como ahora mismo: Aquí estoy otra vez, DeVuleta.
viernes, 1 de agosto de 2014
Agosto
365 días esperando este día. Y por fín, llegó. Por delante, un mes variado, la mayor parte de él en otro lugar, con otra gente y en otro idioma. Detrás, meses de madrugones, últimamente imposibles de soportar, y de angustias también variadas.
Desconexión necesaria aunque este año sinceramente, demasiado radical. El momento en el que lo decidí fue uno de los peores del primer semestre del año. De ahí la radicalidad de la decisión.
Sin marcha atrás, prefiero plantearme los veinte días que estaré fuera, muy fuera de mi entorno, como un reto más por cumplir; veremos si a la vuelta, se trata de un reto más, cumplido.
Por desear... comodidad, aprendizaje sin mucho coste intelectual y descanso. Para comprobarlo, no queda otra que ir haciendo la maleta sin olvidarme de colocar entre la ropa, varios kilos de coraje y entre los zapatos, varios gramos de felicidad, y así ir vestida por fuera como me gustaría estar por dentro.
Desconexión necesaria aunque este año sinceramente, demasiado radical. El momento en el que lo decidí fue uno de los peores del primer semestre del año. De ahí la radicalidad de la decisión.
Sin marcha atrás, prefiero plantearme los veinte días que estaré fuera, muy fuera de mi entorno, como un reto más por cumplir; veremos si a la vuelta, se trata de un reto más, cumplido.
Por desear... comodidad, aprendizaje sin mucho coste intelectual y descanso. Para comprobarlo, no queda otra que ir haciendo la maleta sin olvidarme de colocar entre la ropa, varios kilos de coraje y entre los zapatos, varios gramos de felicidad, y así ir vestida por fuera como me gustaría estar por dentro.
Etiquetas:
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domingo, 22 de junio de 2014
Ganas
Tengo ganas de que lo que parezca, sea. Ganas de que lo que viene, se quede. Y de que lo que no sirve, ni siquiera llegue.
Tengo ganas de que el tiempo pague mis sacrificios. Ganas de que el silencio se vengue con alegría. Y de que la vida me devuelva, eso mismo, vida.
Tengo ganas de que un día sea el día. Ganas de que las horas sean algo más que minutos estresantes. Y de que un segundo sea el segundo de mi vida.
Tengo ganas de que no me dejen cerrar las puertas. Ganas de que las ventanas se abran solas. Y de que el viento entre con oxígeno nuevo y limpio.
Tengo ganas de que pase lo que tenga que pasar. Ganas de que al pasar fortalezca lo poco o mucho que queda. Y de que lo constante sea lo bueno y sobre todo que lo bueno nunca se vaya.
Tengo ganas de que el tiempo pague mis sacrificios. Ganas de que el silencio se vengue con alegría. Y de que la vida me devuelva, eso mismo, vida.
Tengo ganas de que un día sea el día. Ganas de que las horas sean algo más que minutos estresantes. Y de que un segundo sea el segundo de mi vida.
Tengo ganas de que no me dejen cerrar las puertas. Ganas de que las ventanas se abran solas. Y de que el viento entre con oxígeno nuevo y limpio.
Tengo ganas de que pase lo que tenga que pasar. Ganas de que al pasar fortalezca lo poco o mucho que queda. Y de que lo constante sea lo bueno y sobre todo que lo bueno nunca se vaya.
domingo, 18 de mayo de 2014
Resurrección
Siempre digo que el momento peor de una crisis personal tiene lugar cuando no se acaba de bajar a los infiernos. Cuando sientes el calor, el olor, el fuego, pero no acabas de profundizar en sus entrañas. Evitarlo no es más que aumentar la agonía. Ahí es cuando necesitas la ayuda de alguien que te empuje definitivamente con una mano y te ofrezca la otra para alcanzar el primer escalón hacia la luz.
No se debe tener miedo al agujero por muy oscuro que esté. Porque solo siendo consciente de encontrarte allí, serás capaz de dar tus primeros pasos hacia la vida. Se trata de una resurrección en toda regla. Morir a trocitos para componerse mientras se desea vivir con más fuerzas que nunca.
A esto solo enseña las duras decisiones, las incómodas experiencias, la verdad y el conocimiento. Todo lo demás es posponer la caída, la llegada al infierno y por lo tanto, retrasar la resurrección.
No se debe tener miedo al agujero por muy oscuro que esté. Porque solo siendo consciente de encontrarte allí, serás capaz de dar tus primeros pasos hacia la vida. Se trata de una resurrección en toda regla. Morir a trocitos para componerse mientras se desea vivir con más fuerzas que nunca.
A esto solo enseña las duras decisiones, las incómodas experiencias, la verdad y el conocimiento. Todo lo demás es posponer la caída, la llegada al infierno y por lo tanto, retrasar la resurrección.
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