sábado, 14 de agosto de 2010

Vacaciones

De vuelta de la playa, hoy hace un año exacto que el popero volvía a aparecer en mi vida. Entonces, no me había ido todavía. Hoy, ya he vuelto. Volvimos el jueves, tras una intensa semana en la que no hemos dejado ni un solo día de relacionarnos con gente nueva, desde lugareños con muy mal perder hasta cachondos sevillanos, pasando por catalanes y madrileños venidos del extrarradio. Pero estas vacaciones han servido para algo más. El viaje a la isla de Gran Canaria ha servido para que si cabe, Yul, Marise y yo nos conocieramos más. La convivencia hace transparente a quien la comparte y pone a prueba la amistad día sí y día también. Compensa porque sin momentos chungos no existen momentos brillantes y porque al fin y al cabo el mundo social está compuesto por micromundos donde compartir, ser, estar, decir y por qué no maldecir está a la orden del día. Y solamente el todo, refuerza las partes, las aporta y las hace más versátiles, las reconoce y las enfrenta al duro espejo de la realidad, ora desgarradora, ora divertida. Así de extremista, así de radical. Y lo digo yo, ejemplo de ello y orgullosa de serlo porque tras la reflexión oportuna no veo posible ser quien soy en los mejores momentos sin haber vivido y compartido los peores. Y vuelta al reflejo: no hay cielo sin infierno, ni alegría sin tristeza, ni gloria sin sufrimiento. Queramos o no el mundo y sus micromundos están hechos de polos opuestos. Sin términos medios. A estos recurren a menudo tan solo los mediocres. Aaaargg!

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