sábado, 4 de octubre de 2014

DeVuelta

Los cambios que suceden poquito a poco son los que se quedan para siempre. Lo intuyo. Los cambios radicales siempre acaban mal. Lo experimento. Para adaptarse, los peores son los primeros porque en el caso de los segundos ni tiempo te da hacerlo.
A la gente suele ocurrirle lo primero y a mi lo segundo. Me gustaría que alguien me enseñara a no tomar decisiones tan racionales, a no ponerle tanta mente a la vida, a dejar que suceda y a pensar en lo que me viene bien a mi antes que al otro, a las circunstancias y sobre todo a no buscar excusas para decir no antes que un tal vez, a abrir una ventana antes de cerrar la puerta.
No conseguir aprender esto, conlleva la peor de las consecuencias: estar siempre volviendo al mismo lugar, estar instalado en el modo DeVuelta. Un lugar en el que debe ser que me siento cómoda porque cuando estoy a un paso de dejarlo atrás, la razón me autoempuja a volver al lugar que tan solo abandoné por unas horas, unos días, o en el mejor de los casos, unas semanas. Como ahora mismo: Aquí estoy otra vez, DeVuleta.

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