Este año, nada está siendo como se esperaba. Tampoco las dos veces que he intentado enmendar mi conducta. La respuesta ha sido la misma: silencio. Pero... ¿para siempre?
Cuando sucede al revés, quiero decir, es a mí con la que contactan para enmendar, siempre lo valoro. Por la valentía de acercarse y el coraje de soportar cualquier respuesta. Incluso el silencio. Por esto de valorarlo, siempre respondo. Aunque me quede rencor, siempre respondo. Por respeto a ese coraje, siempre respondo.
Sin embargo, el respeto, una de las palabras más de moda en estos tiempos que corren, es el que me limpia la conciencia. Sí, yo mereceré el silencio, pero tú, tú ni siquiera tienes respuestas a la medida de mi acercamiento. Revisa tu conciencia, porque ahí suelen estar las respuestas. Cuanto más limpia la tengas, antes las encontrarás.
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