domingo, 13 de junio de 2010

Intruso

El fin de semana empezó y termina de la misma manera: con risas. El viernes, en la feria del libro, hubo un momento que, en compañía de una Yul suficientemente cargada de bultos, no dejó de ser desternillante: avanzaba creyendo que yo iba a su lado y desde la distancia pude percatarme que estaba hablando sola. La escena fue de lo más hilarante. Imposible de olvidar.
Algo que tampoco sucederá con el episodio surrealista de anoche: un cuarto de hora de conversación desenfrenada con un extraño algo atolondrado hizo sacar de mi, el barrio que quiera o no, llevo dentro. En plena calle y perseguidas por el intruso, aproveché el momento determinado en que se sobrepasó conmigo más allá de los límites divertidos, para comunicarle verbal y físicamente que me sentía acosada y que tal situación podríamos resolverla acudiendo a la policía. Pena fue lo que el pobre desgraciado me dio cuando no paraba de pedirme perdón y me rogaba que le dejara marchar. Por un momento, creí encontrarme en las fiestas de un pueblo en el que uno de sus habitantes al que la novia le ha puesto los cuernos el día anterior con su mejor amigo, intenta por todos los medios, hacerse a la primera forastera con la que se cruza.
Hoy, salida ya de la peli Qué se mueran los feos, no puedo parar de sonreír ante tremenda situación. Y solo recuerdo a una Marty enfurecida y las palabras de una Yul expectante: Maes, si es que no se puede estar tan buena...jajajajajajaja

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