domingo, 5 de junio de 2011

Cisnes

Me pone en alerta la parte de la melodía del Lago de los Cisnes protagonizada por los instrumentos de viento. Me entra impaciencia y deseos de que enseguida aparezcan los violines. El violín me serena, me recuerda que la alerta, es simplemente eso, alerta, y que un violín es suficiente apto para resolverla positivamente.
Nada mejor que Tchaikovsky para culminar una semana intensa y sensible a partes iguales, como las monedas (cara y cruz), como los polos (norte y sur), como los cisnes (blanco y negro)... Ambas partes opuestas pero complementarias, tanto es así, que sin una de las dos, la inexistencia del todo estaría asegurada.
Solo cuando lo asumes y entonces te reconcilias con tu cruz, con tu norte o con tus plumas negras, solo entonces, resurges y te atreves con todo y con todos. Y te planteas saltar hacia adelante, donde ya escuchas los primeros compases de los violines, dejando atrás las notas de viento, aunque olvidarte de la necesidad de estas para que existan aquellos... en... el... lago de los... cisnes...

No hay comentarios:

Publicar un comentario