domingo, 22 de enero de 2012

Latina

Hacía mucho tiempo que no pasaba una noche de sábado por la Latina. Acostumbrada a acercarme al Madrid más castizo en las tardes domingueras, se me había olvidado su encanto nocturno. Lo confirmo, paradójicamente, es la mejor zona para desconectar de Madrid y si tienes suerte, como Beck y yo ayer, también de los madrileños...
La fusión con el ambiente es inmediato y se hace más que evidente cuanto más te adentras en los engranajes de la zona. En poco tiempo te has mimetizado con el entorno. Poco importan las impresiones porque abunda como sucede las tardes domingueras, la gente de verdad, con vida vivida y si me apuras, sobrevivida. El resto no tiene por qué estar allí. El resto, quienes valoran lo que eres por lo que vistes, por donde vives o por lo que gastas, no se van a sentir cómod@s.
Porque aunque los sitios no hacen a las personas, yo creo que viceversa sí ocurre. Son las personas las que definen los lugares, las que atraen a otras con expectativas similares, como sucede en este caso, en el que destacan gentes con experiencias pasadas al servicio del futuro, aunque haya que digerirlas en el presente.

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