domingo, 29 de julio de 2012

Rabia

No es un buen día. De pronto, la rabia me invade. Y lo peor es que no sabría explicar solamente con palabras, el porqué. Es una sensación agria que me recorre el cuerpo desde que me levanté y que a estas horas siento que se ha hecho más fuerte y que por lo visto, no tiene la más mínima intención de abandonarme. Algún significado tiene que tener. No me apetece buscarlo.
Hoy prefiero hacerme amiga suya.
La rabia y yo, empezamos a entendernos. Si yo la permito, ella me permite. Si yo no la comparto, ella lo respeta. Si yo no la incomodo, ella me lo agradece. Así vamos pasando el domingo, el último antes de mis vacaciones. Mala elección por parte de esta inquilina por querer instalarse en un día que debería ser, cuanto menos, expectante. Sin embargo, es lo que tiene este sentimiento, que se instala sin avisar, tras colarse por el ombligo y abrazar con sus tentáculos la boca del estómago. Hoy no me apetece que se vaya.
Hoy prefiero hacerme amiga suya.

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