domingo, 29 de noviembre de 2009

Chihuahua

Nunca he creído en las coincidencias. Tampoco en las casualidades, pero sí en las causalidades. Todo pasa por alguna razón. Solo hay que dejar que el tiempo y el silencio hagan su trabajo. Hace mucho que me interesa aquello que tiene que ver con el maltrato a la mujer. Tengo gran sensibilidad con las que comparten mi género pero que por circunstancias de la vida, como pueda ser el lugar de nacimiento, sufren el castigo de ejercer como tal. Es el caso de Chihuahua, Juarez, México. El pasado 5 de noviembre, en la representación de la última obra de Angélica Liddle se hacía especial hicapié a lo que estaba pasando en este lugar. Durante las últimas semanas, cayeron en mis manos artículos que referenciaban los feminicidios llevados a cabo en el mismo lugar. Y para colmo, el 25 de noviembre, España celebraba su día contra la violencia machista. Tres días antes fui a ver Ágora. El círculo se cerró anoche, en la que una amiga de una amiga me presentó a alguién procedente de Chihuahua. No podía salir de mi asombro. Conversando con él, como dicen los mexicanos, pudimos llegar a la conclusión de que no todo es negro y que tampoco es blanco, que existen demasiadas influencias, malas interpretaciones, pocas ganas de entrar 'a saco' en el problema y muchas de que acabe de una vez. Que no hay nada peor que la generalización. Es por otra parte... la vida misma.

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