En el libro La Buena Crisis, Alex Rovira dice que es imposible alcanzar la miel sin recibir los picotazos de las abejas. Desde que leí esta cita, allá por el pasado miércoles, llevo dándole vueltas. La utilizo cada 8 horas como antibiótico ante la etapa que estoy viviendo y por eso no dejo de repetirmela una y otra vez e imaginarme a cada una de las personas que esta misma semana, esta a la que habría que borrar por decreto ley del calendario, me han hecho pasar un mal rato, con la cabeza de abeja y con un aguijón tamaño XL en la parte posterior de su anatomía. Por lo menos así, se me pasa por un momento, el mal rollo que me está creando este mes maldito que no deja de putearme.
Hoy me ha dicho Yul que hay que salir aunque solo sea para celebrar que es el último fin de semana de noviembre y que habrá que despedirlo como merece: con una patada en el culo (justamente donde el aguijón). Con esas energías me enfrento a un sábado más en el que creo que toca rememorar viejos tiempos en viejos lugares.
sábado, 28 de noviembre de 2009
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