domingo, 24 de octubre de 2010

Maris(j)e

De esta forma llamaría a Marise, Jara, conocida por todas nosotras desde anoche. Ayer celebramos su cumple. Marise estaba pletórica y como sucede en las mejores ocasiones, en seguida nos sentimos contagiadas. Marise es habitualmente discreta en sus formas. También lo es en su fondo. Profundo a más no poder, pleno de pureza y sensatez. Lo uno y lo otro la llevan siempre por el camino del realismo, de lo objetivo, de lo auténtico, de lo veraz. Y eso justamente es lo que irradia hacia afuera. Lealtad y autenticidad podrían ser sus más importantes virtudes si no tuviera otras muchas con las que no deja de sorprenderte cuanto más la conoces, sin dejarte otra opción que estimarla y desearla la mayor de las felicidades posibles. Una felicidad que ni ella hoy por hoy imagine, que la sorprenda tanto que pueda darse -como tanto suele decir- a la magia, a lo maravillosamente inesperado. Sin posibilidad de pesimismos ni complejos. Por mucho que de vez en cuando parezcan aflorar. Cada vez, doy fe, más ausentes. Porque solo había que mirarse al espejo, pero no como ella solía hacerlo hasta hace un año, sino como ha aprendido a hacerlo ahora, con la mirada limpia de miedos y preocupaciones. Porque cualquier día puede ser el día. Solo hace falta proponerselo.

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