sábado, 20 de noviembre de 2010

Mármol

Las 17.19. Y sigue sin gustarme noviembre.
Creo que en esto de tener manía a algunos meses, me entiende muy bien, Nemi, quien odia con toda su alma, agosto. Un año más vuelve a hacerseme un mes interminable, con nada bueno que recordar y sí mucho que olvidar. Es el mes de los peores recuerdos, de las angustias contenidas y de las noches de insomnio.
Y aunque pienso que ya queda menos para agotarse, cada día pareciera una losa de mármol que pese a su frialdad, tuviera que llevar sobre mi cabeza durante sus interminables 24 horas con todos sus minutos y con todos sus segundos. Pocas veces de estos 20 días que llevamos recorridos he podido dejar dicha losa en mi casa. Sin embargo, alguna noche que otra sí he podido descansar de ella durante algunas horas, noches como la del pasado sábado, en la que se quedó reposando en mi mesilla de noche. Poco tardó en volver a posarse sobre mi cabeza. Lo sentí enseguida por la frialdad que recorre siempre a este material y que contagia sin ningún pudor. Será por eso que es tan poco digno de mi afecto.
Las 17.26. Y sigue sin gustarme noviembre

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