sábado, 20 de agosto de 2011

Mykonos

Muy temprano, demasiado temprano nos trasladó el ferry a nuestra segunda parada: Mykonos. Y es que no se podía perder el tiempo con lo que allí nos esperaba: el Paradise. Una playa donde tal y como definió Marise, el exhibicionismo es el auténtico protagonista. Cuerpos esculturales, machacados en el gym pero con ese punto de glamour que tiene todo el que sabe a quien gusta y para qué gusta.
Si el día en Mykonos es apasionante la noche es sinceramente, perversa. Los mismos cuerpos adonis lucen sus mejores galas envueltos en pantalones a medida y camisas que traslucen lo suficiente como para desear poseerlo. La música altísima hace que la única conversación permitida sea la del contacto. Cualquier parte del cuerpo humano es venerada, siempre y cuando no solo se encuentre en su sitio sino que además sepa la lengua universal: el erotismo.
En Mykonos no se puede permanecer tan poco tiempo como estuvimos nosotras. Mykonos necesita de una semana al completo. Sus noches locas lo piden a gritos. Seguro que Yul me entiende y quien sabe, quizá ella tenga la oportunidad de convertirlo en realidad, algún día. Continuará

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