lunes, 5 de octubre de 2009
Peligro
Volvimos a quedar el viernes. En mi casa. Quise jugar en mi campo para estar cómoda y poder soltar mi discurso de mujer herida. No me dio tiempo. Bajo mi asombro, él vertió una palabra tras otra. Vomitó su sentido parecer. Jamás le había escuchado hablar tanto y tan seguido sobre mi y él: cuando estuvo conmigo lo tenía todo. Me faltaba el aire, me sobraban los platos, las copas y el pescado al horno. Solo quise escucharle y repetirme una y otra vez que me lo estaba diciendo a mi. Habían pasado casi tres años y me agradecía, en mi casa, que nunca le hubiera fallado, que siempre hubiera sido la misma persona, la de verdad, la que hablaba con el corazón. Le devolví sus halagos en forma de veneno. La chica del horóscopo no cambia sus planes. Comenzaba la función y esta vez salía al escenario la mujer herida, despreciada y utilizada. El drama subía de intensidad. Tanto que él, popero en cuerpo y alma, terminó llorando... Mi rostro era puro hielo. No supe reaccionar. Abrí un paquete de clinex y me levanté para secarle las lágrimas. Dulcifique la situación con una broma y un beso. El resto... lo que siguió...lo imaginable... lo suficiente para considerarme de nuevo... en zona de peligro.
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