domingo, 11 de julio de 2010

Chupifresco

Anoche aprovechamos que estabamos solas Yul y yo para ir al sitio donde si las paredes hablasen. Ni siquiera nos dimos cuenta de que en poco tiempo pasamos de ser dos a once. La noche prometía, la verdad. Y todo a raíz de la invitación a un chupifresco -un vaso de tubo compartido en el que cada uno debía sorber su parte proporcional en forma de rotación-. Ambas, nos excusamos en el juego, pero a mi me encantó la palabreja porque definió poco más tarde la personalidad del que me tocó en suerte. Venía a mi lado, subía al escenario, bajaba, iba a la barra, volvía a mi lado... Y entre tanto oteaba si podía haber competencia o si no había algo mejor que hacer por la zona. Lo de siempre. Lo acabo de vaticinar: un auténtico chupifresco.
Y esta vez, tocó castigar. Esperé pacientemente en campo enemigo hasta que se decidió. Entonces... le di la espalda. No una, ni dos, ni tres veces, sino hasta diez. El mismo número de amigos que se quedaron con la boca abierta, aunque por dentro estaban ansiosos por felicitarme, pero había que representar el papel hasta el final. Terminada la lección, cada uno a su casa. Como Dios manda!

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