domingo, 26 de septiembre de 2010

Camisetas

La noche de ayer me gustó mucho. Hubo (re)encuentro con Beck. Más tarde se incorporó Yul, a quien se echa de menos allá donde vayas y estés con quien estés. Por esto quizá, la noche fue in crescendo. Breve, pero intensa. Volvió la autoestima, perdida hace casi casi un mes. Había que venirse arriba de nuevo y qué mejor oportunidad que anoche para hacerlo evidente. En huertas volví a cerciorar mis gustos por las camisetas, cuanto más lavada, mucho mejor. Las prefiero sueltas, nunca pegadas al cuerpo. Y mucho menos, a los músculos. Estas me producen stress. Stress al pensar en el tiempo gastado en no cultivar el único músculo al que se debe venerar, el cerebro. Prefiero la camiseta de propaganda de discoteca, esa que te da por dos cubatas la chica imagen de la bebida del momento, aquella a cuyas letras le quedan lavado y medio para desaparecer por completo. Siempre por fuera del vaquero, y si es posible, ausente de sintonía con las zapatillas. Otra prenda que me vuelve loca. Las zapatillas transmiten comodidad, relajación, libertad. Los zapatos me recuerdan lo contrario. Pero, sin duda, lo que más me gusta es que a las camisetas y a las zapatillas de ellos, les entusiasmen mis tacones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario