Todavía no habíamos decidido donde ibamos a ir, cuando a mediodía me llamó Marise. Quería que contaramos con ella.
Anoche acabamos en la fila de entrada del sitio en el que si las paredes hablasen... Fue como una aparición: a punto de entrar en el local, oteé el resto de la fila desde mis amigas hasta el final. Allí estaba, como siempre: el gaditano. Áquel con el que comprobé que no podía salir con ningún hombre, por muy buena persona que parezca, que no me atraiga a primera vista.
Tras la típica reunión de equipo y alguna que otra declaración en contra del lugar en el que pensabamos terminar la noche, dimos un giro de 180 grados, bueno, no tanto, ya que optamos por plantarnos en el local de house que se encuentra en José Abascal, solo dos calles más a la izquierda.
En ese momento, me percaté del arrepentimiento que Marise sentía por haberme llamado horas antes para que contaramos con ella.
Para el resto, fue algo distinto en un lugar diferente. Dance, house, timbales, e incluso... mix de 'Colgado'... En dos palabras: Im-presionante.
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